Me fascina cuando llega marzo porque cada año que pasa las mujeres nos celebramos mucho más. En 1977 la ONU oficializó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer en conmemoración a la lucha por nuestra participación en la sociedad y nuestro desarrollo íntegro en igualdad con los hombres. Por supuesto, un día se nos quedó cortico, así que nos tomamos todo el mes para unirnos y expresarnos, para actualizarnos, fortalecernos y seguir trabajando en nuestro reconocimiento y empoderamiento como mujeres.
La historia nos ha demostrado que para llegar al verdadero empoderamiento es necesario pasar por la sexualidad. Desde la llegada del monoteísmo, a las mujeres se nos endilgó la representación del pecado y la tentación, representábamos tal amenaza que llegamos a ser excluidas de la Iglesia.
Todas las formas de poder, el religioso, el político y el cultural, tenían aversión a la sexualidad, sobre todo a la femenina, porque sabían que no existe nada más liberador que el placer sexual que te genera aceptación, reconocimiento, que te hace consciente de merecer y ser digna de sentirte bien.
Esto nos hace entender que el real empoderamiento va más allá de la razón, que nuestra dignidad se hace posible en el equilibrio de cuerpo y mente, que cuando vivimos como un todo logramos llegar a una toma de decisiones diferentes cuyo único fin es el de sentirnos bien.
Sabemos que no es fácil, estamos en pleno 2020 y muchas doctrinas contrarias sin espacio para la sexualidad femenina, siguen vigentes. Por fortuna millones de mujeres seguimos diciendo “¡No más!” y continuamos en nuestro esfuerzo de seguir creciendo, empoderadas, libres, en sintonía con nuestro cuerpo y con nuestro placer. Porque nuestra sexualidad es vida, es creatividad, es poder, es libertad y sobre todo es bienestar.
Es un buen momento para reflexionar. Venimos logrando grandes avances por nuestra igualdad y reconocimiento, pero aún estamos lejos de alcanzar un equilibrio pleno. Por eso las invito a continuar el camino de nuestro empoderamiento, a trabajar juntas en la búsqueda de más cambios para que cada nuevo espacio que alcancemos en nuestro propósito tenga eco, más allá de nuestras comunidades, en el mundo entero.